Las empresas tienen que replantearse la posición de las cadenas de suministro en su negocio y ampliar la idea de qué son sus activos y cómo usarlos. Cuando Lululemon Athletica reabrió sus tiendas en los Estados Unidos, por ejemplo, no lo hizo para dar servicio a los clientes habituales, sino para que sus trabajadores pudieran despachar pedidos online más rápidamente.
También es importante establecer relaciones estratégicas que saquen el máximo partido a los activos existentes. En Asia, JD.com ha puesto en marcha una iniciativa de “experto a doméstico” para que los fabricantes puedan abrir nuevas tiendas en su plataforma y aprovechar sus servicios de marketing, logística y distribución.
Las empresas deben explorar nuevos modelos de negocio y propuestas de valor. Los modelos de suscripción no solo crecieron durante el confinamiento, sino también después. Pret a Manger, por ejemplo, lanzó un abono de café para que los clientes volvieran a incrementar su gasto.
Las empresas necesitan ver su cadena de suministro como un motor de crecimiento. La demanda de personalización ofrece una excelente oportunidad que requiere cadenas de suministro más flexibles y con más capacidad de respuesta.
Por último, la transformación de las cadenas de suministro supone una oportunidad para que las empresas consideren alternativas sostenibles.
Las organizaciones tienen que inyectar agilidad y resiliencia en sus cadenas de suministro para que se puedan adaptar al cambio con rapidez. Pero no se trata solo de responder a nuevos cambios que pueda traer la pandemia, sino de prepararse para el futuro y, sobre todo, para el cambio climático.